Agotarse
AGOTARSE es un texto escrito entre mayo y diciembre del 2020 a partir de la creación de la obra del mismo nombre.
Este texto como la obra están registrados en INDAUTOR. No es posible su reproducción parcial o total de esta obra sin una carta permiso de la autora.
Siento algo en el estómago.
Respiro profundo y siento cómo ese nudo se mueve lentamente en mi interior.
Cierro los ojos y puedo imaginar un nido de mariposas en mi estomago.
No sé si mis vísceras hacen nacer mariposas o las mariposas se comen mis órganos.
Hoy la temperatura del día tiene una densidad que me recuerda cuando algo está a punto de quemarse.
Algo está por quemarse.
Cierro los ojos y puedo ver una lluvia de cenizas cayendo en mi cara.
Puedo ver el humo entrar en mis fosas nasales.
Puedo ver cómo ese humo llena mis pulmones,
mi sangre
mis fluidos
lo invade todo.
Puedo ver el humo penetrar cada resquicio del universo.
Ver arder.
¡Si claro! ¡Es eso!
¡Lo sabía!
¡Ese fue el primer olor que olí al nacer!
Ver arder.
Arder es bailar la muerte
el resto
el cadáver.
Arder es bailar con los ancestros la danza del fin y del inicio.
La más bella de las danzas.
El arrullo ancestral.
El baile de la muerte y la vida.
La danza de la rebelión.
Que este movimiento nos mantenga unidas.
Soy la voz del cadáver que desde su panteón ve una lluvia de cenizas.
Soy la voz del espectro.
Hay tantas cenizas sobre mi cadáver que ni siquiera puedo reconocerme.
Nada dentro y fuera de mi es posible reconocer.
Todo desapareció.
El mundo tal como existía desapareció frente a nuestros pies y ni siquiera somos capaces de ver sus ruinas.
Veo a un grupo de niños jugar entre las cenizas.
Traen unas lindas camisetas que dicen:
Arder es bailar con los ancestros la danza del fin y del principio
La danza de la rebelión
Que esta danza nos mantenga unidos
Agotarse
AGOTARSE es un texto escrito entre mayo y diciembre del 2020 a partir de la creación de la obra del mismo nombre.
Este texto como la obra están registrados en INDAUTOR. No es posible su reproducción parcial o total de esta obra sin una carta permiso de la autora.
Siento algo en el estómago.
Respiro profundo y siento cómo ese nudo se mueve lentamente en mi interior.
Cierro los ojos y puedo imaginar un nido de mariposas en mi estomago.
No sé si mis vísceras hacen nacer mariposas o las mariposas se comen mis órganos.
Hoy la temperatura del día tiene una densidad que me recuerda cuando algo está a punto de quemarse.
Algo está por quemarse.
Cierro los ojos y puedo ver una lluvia de cenizas cayendo en mi cara.
Puedo ver el humo entrar en mis fosas nasales.
Puedo ver cómo ese humo llena mis pulmones,
mi sangre
mis fluidos
lo invade todo.
Puedo ver el humo penetrar cada resquicio del universo.
Ver arder.
¡Si claro! ¡Es eso!
¡Lo sabía!
¡Ese fue el primer olor que olí al nacer!
Ver arder.
Arder es bailar la muerte
el resto
el cadáver.
Arder es bailar con los ancestros la danza del fin y del inicio.
La más bella de las danzas.
El arrullo ancestral.
El baile de la muerte y la vida.
La danza de la rebelión.
Que este movimiento nos mantenga unidas.
Soy la voz del cadáver que desde su panteón ve una lluvia de cenizas.
Soy la voz del espectro.
Hay tantas cenizas sobre mi cadáver que ni siquiera puedo reconocerme.
Nada dentro y fuera de mi es posible reconocer.
Todo desapareció.
El mundo tal como existía desapareció frente a nuestros pies y ni siquiera somos capaces de ver sus ruinas.
Veo a un grupo de niños jugar entre las cenizas.
Traen unas lindas camisetas que dicen:
Arder es bailar con los ancestros la danza del fin y del principio
La danza de la rebelión
Que esta danza nos mantenga unidos
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